Mi nombre es Mariana Glavinich Luraschi, nací en Asunción, capital del Paraguay, tengo 31 años y soy arquitecta. Mis padres se llaman Gustavo y Laura, con quienes comparto profesión. Además, tengo un hermano menor llamado Gustavo José y una perra llamada Mila.

Desde muy chiquita sentí curiosidad por las migraciones y la historia de las personas que tenían que dejar su país de origen, sus familias y sus seres queridos (en su gran mayoría sabiendo que un reencuentro sería imposible), ya que todos mis bisabuelos emigraron a Paraguay desde algún país europeo – Croacia, Italia o España-.

Ambos padres de mi abuelo paterno, Fortunato Víctor Glavinich Pangrazio, fueron croatas que emigraron a Paraguay. Su padre Srećko, a quien en Paraguay le cambiaron el nombre por Fortunato, nació en la ciudad de Makarska, en 1872. Era el primer y único hijo varón de Josip (José Glavinić) y File (Filomena Rafanelli). Josip se dedicaba a la construcción en piedra. El campanario de la Iglesia de Igrane, muy cerca de Makarska, fue construida por él. Srećko solo pudo ir a la escuela hasta el segundo grado. Sus días en Makarska se los pasaba construyendo barcos de madera con sus amigos, y lanzandóse al mar, ese mar azul turquesa que baña las costas de la Riviera Makarska. Tanto que ya a los 10 años sufrió su primer naufragio.

 

Acta de nacimiento de Srećko

 

Srećko emigró a Paraguay hacia finales de 1890 en busca de trabajo, para poder ayudar a sus padres y sus 3 hermanas. Cuando compartió en su casa la idea de emigrar, su familia no estuvo de acuerdo. Ante la negativa de sus padres, sin contar con el dinero necesario para comprar un boleto, Srećko se escabulló entre la gente y, sin despedirse, abordó el barco de polizonte. Por supuesto, más tarde durante el viaje fue descubierto y lo pusieron a trabajar como ayudante de maquinista del barco. Todo lo que aprendió en ese viaje le sirvió para más adelante trabajar como ingeniero marino en la compañía naviera del también croata Nikola Mihanović.

En tanto, mi bisabuela Paulina nació en Cavtat en 1887. Hacia finales de 1800 es bien conocido que una plaga que atacaba los viñedos de la zona causó estragos en la población y muchas personas murieron. A causa de esto, en 1894, sus padres Antonio Pangrazio y Amalia Filippi, decidieron emigrar a América del Sur junto con sus 3 pequeños hijos. Con ellos también emigró el hermano de Antonio, Natalio, su esposa e hijos.

 

Acta de nacimiento de Paulina

 

Paulina y Srećko se conocieron en Paraguay y se casaron en 1917, en Asunción. Al poco tiempo tuvieron que ir al Chaco Paraguayo, a Puerto Pinasco, donde Fortunato trabajó en la fábrica de tanino. Allí tuvieron a su primer hijo, José. Luego volvieron a Asunción, donde nacieron Marcos, Antonio y Fortunato, mi abuelo.

 

     

Acta de matrimonio de Srećko y Paulina y su foto matrimonial

 

Aunque Srećko contaba con una educación muy básica, fue un hombre muy trabajador, y siempre tuvo presente a su familia que dejó en Makarska, a quienes solía enviar ayuda. Por su parte, sus hermanas le enviaban cartas y fotos de la familia para que él pueda conocerlos y estar al tanto de cómo iban creciendo sus sobrinos. Además de trabajar en la fábrica de tanino y como ingeniero marino en la compañía Mihanović, Srećko tuvo su propio almacén, ubicado en el centro de Asunción.

 

   

Srećko en las fotos y publicación realizada por sus amigos en su memoria al cumplirse 2 años de su fallecimiento

 

Srećko falleció tras padecer una larga y dolorosa enfermedad en 1946, diez años antes de que naciera mi padre. Después de eso la comunicación con la familia en Croacia se fue perdiendo. Sin embargo, Paulina nunca olvidó el idioma croata. Visitaba frecuentemente la Congregación de las Hermanas Vicentinas de Zagreb, donde pasaba largas horas hablando en croata con la Hermana Slava Vedrina. Abuela Paulina no festejaba su cumpleaños, festejaba su “imendan”, el día de su Santo, como es costumbre en Croacia. Desde pequeña mi papá me dijo que tengo el mismo carácter que su abuela: fuerte, dura, pero de corazón noble, orgullosa de su familia y dispuesta a ayudar a sus seres queridos.

 

   

Srećko y mi abuelo en el “Almacén Glavinich”        Abuelo Fortunato como joven

 

 

En el año 1998 mi papá fue parte de la Cámara de Comercio Paraguayo – Croata. Querían iniciar lazos comerciales y culturales entre Paraguay y Croacia y así unir a ambos países. Es así como tuvo la oportunidad de visitar Croacia, que hasta ese momento era un sueño para nosotros. Recuerdo que le pedí a papá que me lleve con él, pero por supuesto que no podía. Lloré mucho en el aeropuerto y le dije que algún día me iría a vivir a Croacia. Papá fue a Makarska a preguntar si quedaban familiares pero le dijeron que no y volvió a Paraguay muy triste, porque tenía un gran anhelo y expectativa por el reencuentro.

Ese año se disputó el Mundial de Francia ’98 y papá nos trajo camisetas de la selección nacional de Croacia. La mía era la número 3, de Šimić, y la de mi hermano era, por supuesto, la 9 de Davor Šuker. Todavía recuerdo que mi hermano y yo veíamos los partidos con la camiseta puesta. Hasta que llegó el partido contra Alemania, y teníamos un vecino alemán. Cuando Croacia le ganó a Alemania, mi hermano y yo salimos a la calle a celebrarlo, con camisetas y la bandera.

En casa siempre estuvo presente nuestro legado croata. Los tradicionales fritule eran preparados por abuela Paulina y su hermana, Elena. El perro de la familia se llamaba Vuk. Durante los encuentros familiares los brindis hasta hoy en día se hacen al grito unísono de Živjeli!“, tal y como lo hacían abuela Paulina y tía Elena. Abuela Paulina festejaba la Navidad con un almuerzo, como es la costumbre croata, al contrario que en Paraguay, donde se festeja con una gran cena en la Nochebuena. Por supuesto, yo crecí con “Slatka mala Marijana” como música de fondo en cuantas reuniones de descendientes de croatas a las que asistíamos con papá. A los 6 años mi hermano se enteró que nuestro apellido fue cambiado, y decidió que él firmaría sus exámenes en el colegio según la gramática original: Glavinić.

Motivada por esta curiosidad mía desde chiquita, deseando aprender el idioma y la cultura de mis orígenes, me postulé y en el año 2018 fui seleccionada para las becas del Croaticum en Croacia. Decidí estudiar en Split porque mis bisabuelos eran dálmatas. Ese semestre en Croacia fue maravilloso, aprendí muchísimo sobre historia y costumbres croatas, viajé por el país y conocí lugares preciosos. Pero al igual que mi papá en 1998, no podía encontrar a nuestra familia, y eso me entristecía mucho.

Apenas 20 días antes de tener que regresar a Paraguay, una persona que hace genealogías en Makarska me ayudó y me dió el número de mi primo Mario. Hablé con él y le dije que estaba en Croacia y que éramos familiares. A las pocas horas recibí llamadas de diferentes números, eran mis tíos queriendo conocerme y hablar conmigo. Después de tantos años tuvimos la oportunidad de reencontrarnos! Esos días fueron tan emocionantes para mí! Mi familia me recibió como si nunca nos hubiéramos separado. Y en cierto modo, fue una forma de “cerrar el círculo”. Estoy segura que Srećko volvió a Makarska conmigo y también estuvo presente en cada abrazo que recibí, que de alguna forma era también el reencuentro de él con su familia. Mi familia se alegró mucho cuando supieron que quería vivir en Croacia. Además del gran cariño con el que me recibieron, siempre recuerdo las palabras de mi tío Marko: «tenés los mismos ojos, la misma mirada que mi abuela Luiđa (hermana de mi bisabuelo Srećko) y el mismo cabello. Cuando me miras, la veo a ella de nuevo mirándome como cuando yo era niño».

Volví a Croacia en el 2019 para seguir con los cursos de idioma y cultura, y oficialmente decidí mudarme a Split un año después. Trabajo en una oficina de arquitectura en Split. Y, movida por ese amor a este país, y en homenaje a Srećko y Paulina que me dejaron la incalculable herencia de ser parte de él, solicité la ciudadanía croata, y hoy puedo decir también que soy orgullosamente croata.

 

Autora: Mariana Glavinić Luraschi