La pequeña pero pintoresca aldea de Grizane (Grižane), bajo la sombra de las ruinas del antiguo castillo Francopán de Vinodol, en la falda occidental de las estribaciones de los Alpes Dináricos, frente mismo de la costa Dálmata, vio el lunes 24 de junio de 1889, el nacimiento de Iván, vástago de la familia conformada por Iván Lusicic (Lušičić) y Kate Miklic (Miklić). Iván hijo, quien habiendo presenciado el horror de la primera guerra mundial, fue uno de los que decidió partir a buscar nuevos y mejores horizontes y en los albores de sus treinta años, con la bendición de sus padres, emprendió la aventura de su vida, en la que le acompañó su primo Rupert.
Pasaporte de Ivan Lušičić
A principios de los años veinte del siglo XX, llegaron a Buenos Aires y de allí fueron directo a Concepción del Paraguay, capital del 1er. Departamento, que era un próspero puerto mercantil sobre el río Paraguay, en ese lugar se establece y abre un comercio en pleno centro de la ciudad, “JUAN LUSICHI – ALMACEN Y FERRETERIA – Despacho de Bebidas, Caramelos, Bombones y Galletitas surtidas de todas clases – Distribuidor de TONISAL de la GRAN MASTER RURAL de Buenos Aires – Calle Mcal. Estigarribia entre Buenos Aires y Montevideo – Concepción, Paraguay”.
En esa ciudad conoce a Justa Pastora con la que une su vida y de cuya unión nacen en total diez hijos que son por orden de edad:
Eulalia (Nena), Juan Eligio, Bernarda (Tona), Víctor Seferino (Tilún), Marcial, Isabel (Chichi), Sara (Bebeca), Justa (Micha), Antonio (Cachín) y Juan Esteban (Kili).
El mayor de los varones, Juan Eligio, siguió la carrera de Economía y Contabilidad llegando a ser Doctor en Administración y alcanzaría un notorio reconocimiento social, especialmente por ser uno de los principales propulsores de los afamados Juegos Universitarios de nuestro país y también por incursionar en los estudios históricos y en el pensamiento filosófico. Llegó a contar con media docena de títulos universitarios.
Por otra parte Sara, la séptima hija, llegaría a ser una famosa jugadora de Vóley con los colores del Club Cedro, y que también en su momento vistió los colores de la Selección Paraguaya de este deporte tan popular en nuestro medio.
El tercero de los varones, Marcial, se distinguió como arquitecto, llegando a ser un acreditado diseñador en nuestro país. Entre las edificaciones levantadas por él se encuentran varios de los utilizados por la Policía Nacional en Asunción.
La propiedad de Juan (Ivan) Lusichic llegó a abarcar varios lotes que constituían una “L” enorme rodeando la arista que forma la esquina, a solo cien metros por un lado de la municipalidad y a igual distancia, por el otro lado, de donde se levanta el Hospital Regional del IPS. En la misma manzana se encuentra la célebre Mansión Otaño y en la calle que pasa por detrás se ubica el moderno Teatro Municipal. Don Juan, como era conocido por sus vecinos, se las ingeniaba para acumular agua de lluvia que purificaba mediante un complejo sistema de canaletas y filtros y hacia llegar a un pozo donde abundaban los pececitos su ingenio también le llevó a fabricar sus propias tejas de estilo francés para los cuales creó un molde único que fue replicado por las olerías de la zona. Por dentro de su casona se dedicó a pintar en las tejas, florecillas de vivos colores creando así un interesante mosaico. En su tienda abundaban los caramelos de miel que el mismo manufacturaba y comercializaba, también preparaba y fermentaba chucrut para su propio consumo.
Cada cumpleaños era una gran celebración donde Don Juan entregaba una caja bombón suizo y una muñeca de porcelana o un autito como regalo de cumpleaños a su hijo/a agasajado.
Tenía debilidad por el buen café por lo que importó un molinillo de manivela y cajón de madera para moler los granos, el que cuidaba como el mayor de sus tesoros. Para paliar el sofocante calor paraguayo al que nunca llegó a acostumbrarse, tomaba todas sus bebidas con abundante hielo.
Familia Lusichi con Justa y Ivan en la mitad
En 1947 se produjo en Concepción un levantamiento cívico-militar en contra de gobierno del Gral. Higinio Morínigo. En julio de ese año la ciudad cayó en manos de las fuerzas de Morínigo, quienes saquearon a mansalva los comercios y las mansiones señoriales. Gracias a que Don Juan Lusichic tenía nacionalidad extranjera, tanto su persona, como la de su esposa y sus hijos, además de sus bienes, fueron respetados. El recurso utilizado para amparar sede los desmanes de la soldadesca fue el enarbolar en lugares muy visibles la enseña del país de origen de su propietario. La propiedad de los Lusichic lució una enseña de Yugoslavia, que por poco no causó una reacción contraria a la deseada. Resulta que la bandera de este desaparecido país confederado que en su momento abarcó también a Croacia, está conformada exactamente con los mismos colores del nuestro país, pero con los colores invertidos, quedando arriba el azul, en el medio el blanco y abajo el rojo. Los soldados, ignorantes de esto, creyeron que era una muestra de desprecio hacia la bandera paraguaya y ya se aprestaban a causar destrozos cuando llegó un oficial quien reconoció la mencionada bandera del país balcánico e impidió oportunamente la acción de los bárbaros. Una vez llegado a este acuerdo de que esa propiedad debía ser respetada, Don Juan prestó valiosa ayuda a su comunidad, ya que escondió subrepticiamente en su depósito todos los objetos personales valiosos de sus vecinos. Una vez pasada la tormenta demencial de los despojos, Don Juan honró el compromiso de su amistad, devolviendo puntillosamente a sus respectivos dueños todos los objetos que fueron dejados a su cuidado. Esta acción desinteresada, donde su vida y la de su familia corrieron serio peligro, es una muestra cabal del alma noble y generosa que le habitaba.
Retrato de Ivan
Ante el deterioro evidente de la situación económica reinante en Concepción, Don Juan Lusichic intentó expandir su negocio hasta Buenos Aires para lo cual viajó varias veces a la capital argentina. Pero motivos de fuerza mayor impidieron que pueda llegar a concretar ese anhelo. Mantuvo con esfuerzo su negocio en Concepción hasta que poco después le sorprendió la muerte el lunes 29 de enero de 1951 cuando solo contaba con 61 años. Algunos de sus hijos mayores en ese entonces ya estaban estudiando en Asunción. En esa década que siguió a su muerte prácticamente todos se mudaron a la capital del país y sus alrededores.
Hoy en día la tienda Juan Lusichic, que llegó a ser prominente en Concepción, ya no existe y la propiedad está distribuida entre varias casas particulares y pequeños comercios. Los pobladores más antiguos todavía lo recuerdan con sentida añoranza.
Justa Pastora murió varios años después, en Asunción. Varios de los hijos conformaron familias y tuvieron hijos y hasta hora también nietos y bisnietos. De todos sus hijos, Juan Esteban e Isabel son los únicos que viven todavía hasta hoy en día (2019).
Escrito por bisnieta Isabela Calcena Lusichi de Asunción