Potosí se encuentra a 4090 metros sobre el nivel del mar y se encuentra entre las ciudades más altas del mundo. Fue fundada por los españoles en el siglo XVI porque allí acuñaban moneda de plata, que explotaban desde el Cerro Rico. Es el hogar de alrededor de 170.000 habitantes en la actualidad, y debido a su belleza ha sido incluido en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO.
El primer residente de la isla de Brač llegó a Potosí en 1892. Era el comerciante Andrija Kožulić, Ivanov, nacido en Milna en 1865.
Los hermanos Ivanović de Antofagasta fundaron su rama comercial en Potosí y nombraron a Ivan Vladislavić como su jefe. Después de que su hermano Jerko viniera a él desde Brač, Ivan Vladislavić compró la sucursal y fundó la empresa «Braća Vladislavić» (Hermanos Vladislavic). Ivan murió en 1903 y Jerko continuó y expandió el negocio. Construyó el primer cuadro eléctrico en 1910 y fue el primero en introducir el servicio telefónico en Potosí. También tuvo una fábrica de velas y jabones, ya pesar de la crisis económica mantuvo el negocio hasta la Segunda Guerra Mundial.
Una de las empresas comerciales más grandes de Potosí era propiedad de los hermanos Matijašević de Sutivan, fundada en 1906, donde producían velas de sebo. Era un buen negocio porque el queroseno era caro. Importaron sebo del sur de Chile.
Había otros comerciantes en Potosí, como Karlo Drpić, Maks Štambuk, Pavle Ivanović, Petar Vladislavić, Antun Kirigin, Toma Vidović, Vicko Marišević y los hermanos Šoljančić. Algunos eran propietarios de minas como Andrija Ivanović, Jakov Zenčić, Antun Kirigin, Toma Vidović y Marko Ugrinović.
El mejor hotel de Potosí llamado «Londres» fue primero propiedad de Mate Bonačić de Milna, y luego a partir de 1935 de Marko Salamunović de Postira.
Luis Lukšić, poeta, pintor y titiritero, nació en Potosí en 1911. Sus padres procedían de Sutivan. En 1929, Lukšić viajó a Chile y en Santiago, luego de matricularse en medicina, conoció al pintor Roko Matjašić, quien realizó un excelente retrato de él. Viajaron juntos por Chile, pintaron y organizaron exposiciones, y se integraron a los círculos artísticos e intelectuales chilenos. Lukšić regresó a Bolivia y se unió al movimiento de izquierda progresista. Se dedicó al arte de los títeres y escribió el libro «El maravilloso mundo de los títeres» que fue conocido en todo el mundo. Después de la Segunda Guerra Mundial, se fue a vivir a Venezuela, donde se convirtió en el iniciador de la pintura infantil y se convirtió en profesor de la Escuela de Teatro del Estado.

Branka Bezić Filipović