La ciudad de la plata en el desierto

Tombstone está ubicada en el estado norteamericano de Arizona, en el condado de Cochise, cerca de la frontera con México. Fue fundada en 1879 por un buscador de minerales, Ed Schieffelin, luego de descubrir ricos yacimientos de plata. Sus amigos le advirtieron que la única “piedra” que encontraría allí sería su lápida —“tombstone” en inglés— debido a los frecuentes enfrentamientos con los indios apaches. Sin embargo, Schieffelin decidió darle ese nombre a la ciudad, y las malas predicciones no se cumplieron: se halló plata en enormes cantidades.

Durante la década de 1880, las minas locales producían entre 40 y 85 millones de dólares en plata, convirtiendo a Tombstone en el mayor productor de Arizona. De los 100 habitantes iniciales en unas pocas chozas, la ciudad creció en menos de siete años a 14.000 almas. Según el censo de 2020, hoy viven allí apenas 1.308 personas.

En su época dorada, Tombstone tenía alrededor de cien bares, varios teatros, catorce casinos, salones de baile y burdeles. El diario The Nugget se fundó en 1879, seguido por The Tombstone Epitaph, el periódico más antiguo de Arizona, que todavía se publica de manera continua.

 

El Bird Cage Theatre – “el más salvaje” del Lejano Oeste

La ciudad no era solo refugio de mineros y cowboys. También había restaurantes de lujo, cuatro iglesias y el Schieffelin Hall, una sala de ópera y eventos culturales. Pero los mineros y vaqueros preferían reunirse en el Bird Cage Theatre, que el New York Times describió en su momento como “el más salvaje del Oeste”. Funcionaba sin pausa, las 24 horas del día, los 365 días del año, hasta que cerró en 1889.

Se conserva casi en su estado original y hoy funciona como museo. Los registros históricos mencionan dieciséis asesinatos ocurridos allí, y los visitantes aún pueden ver agujeros de bala en las paredes. En su sótano se jugó la partida de póker más larga de la historia: duró ocho años, cinco meses y tres días, con jugadores que se iban turnando. El Bird Cage Theatre pasó de ser un teatro y sala de música a convertirse en bar, casino, salón de baile, burdel y escenario, todo en uno.

 

 

Una ciudad de conflictos e incendios

La vida social estaba claramente dividida. Las damas respetables caminaban por el lado norte de Allen Street, mientras que las prostitutas trabajaban en los bares del sureste, lejos de las casas familiares. En las minas trabajaban sobre todo inmigrantes europeos; los chinos se dedicaban al lavado de ropa, y los cowboys de los alrededores solían robar ganado de las haciendas mexicanas.

Tombstone sufrió dos grandes incendios (en 1881 y 1882) y luego una inundación devastadora. El agua subterránea inundó los túneles mineros a 200 metros de profundidad, lo que detuvo la producción. Al mismo tiempo, el valor de la plata cayó en el mercado, y la mayoría de los habitantes abandonó la ciudad.

A pesar de todo, Tombstone sobrevivió. Durante el siglo XX, los periodistas locales comenzaron a llamarla “La ciudad demasiado dura para morir” (The Town Too Tough to Die), lema que con el tiempo se convirtió en su eslogan oficial.

 

 

El legendario duelo en el OK Corral

El 26 de octubre de 1881 pasó a la historia del Lejano Oeste. En un callejón junto al estudio fotográfico de Fly’s tuvo lugar el enfrentamiento cerca del corral Old Kindersley —abreviado OK Corral— propiedad de John Montgomery.

Tombstone era entonces escenario de disputas políticas y económicas por el control de los casinos, el comercio de alcohol, la ganadería y las elecciones de sheriff. Aumentaban los asaltos a las diligencias que transportaban lingotes de plata, y los conductores a menudo eran asesinados. Virgil Earp, ayudante del sheriff, junto con sus hermanos Morgan y Wyatt Earp y el dentista y pistolero Doc Holliday, perseguían a los cowboys que dominaban la zona.

El enfrentamiento se produjo con los hermanos McLaury y Clanton. Los disparos duraron unos treinta segundos: tres cowboys murieron y Morgan y Virgil Earp resultaron heridos. Aunque los Earp actuaban del lado de la ley, la prensa convirtió el hecho en una verdadera sensación. Las consecuencias fueron graves: los inversionistas europeos se retiraron, y el ferrocarril proyectado nunca pasó por Tombstone, lo que aisló aún más a la ciudad.

Curiosamente, en el gran incendio ocurrido poco después, casi toda la ciudad fue destruida, pero el cartel que decía “OK Corral” sobrevivió y se conserva hasta hoy.

 

 

Los croatas en Tombstone durante el tiroteo

A fines del siglo XIX, Arizona también atrajo a inmigrantes croatas. Se los encuentra en centros mineros como Bisbee —donde varios figuran en los registros del cementerio local— y en Globe, unos 300 km al norte. Algunos estaban en Tombstone en la época del famoso tiroteo.

Entre los primeros registrados en el Great Register del condado de Cochise estaban el minero Stephen Crstovich (Stjepo Krstović), de Tivat, inscrito el 2 de agosto de 1880, y Cristopher Bonacich (Krsto Bonačić) de Milna, de 34 años, registrado en 1881, ambos residentes en Tombstone.

También se mencionan John Bogovich (Ivan Bogović), cocinero registrado en 1884, y Spiro Covacevich (Špiro Kovačević), minero de 26 años originario de Stari Grad, naturalizado en 1882, también en Tombstone. Todos figuran con nacionalidad austríaca, ya que en aquel entonces Dalmacia y Boka Kotorska formaban parte del Imperio Austrohúngaro.

 

La familia Berčić – una huella duradera

La familia croata más recordada fue la Berčić, según un artículo de Alison Bunting publicado el 6 de junio de 2025 en el Patagonia Regional Times, titulado Glimpses Into Our Past: The Bercich Family.

Su historia comenzó antes del célebre duelo, con la llegada del minero Nikola Ante Berčić (Nicholas Anthony Bercich, 1838–1899) y su esposa Katarina (Kate, de soltera Bonačić, 1854–1939) a Tombstone en 1880. Nikola se había naturalizado en Nevada en 1874, y con ellos llegó también John Berčić, naturalizado en 1876.

En 1884 compraron el Bercich Ranch en el valle de San Rafael, donde se dedicaron a la ganadería y la agricultura, abasteciendo a los campamentos mineros y al fuerte militar de Huachuca. Su vecino Colin Cameron intentó apropiarse de sus tierras y lo acusó falsamente de robo, pero el tribunal de Tucson lo absolvió y condenó duramente a Cameron, según publicó el Arizona Daily Star el 17 de marzo de 1898.

Nikola murió en 1889, y Kate continuó con el rancho y la crianza de sus seis hijos: Martha (1879–1973), Mary (1883–1893), Tinina (1888–1966), Katherine (1894–1982), Nicholas Jr. (1897–1939) y George (1899–1982).
Los hijos varones heredaron la gestión del rancho. Nicholas trabajó también en Greene Cattle Company y luego en la patrulla fronteriza, donde llegó a ser jefe de estación en Nogales. George, casado con Bessie McCorkindale, administró el Bercich Ranch y el vecino Lone Mountain Ranch, y hasta fue administrador del condado de Santa Cruz en los años cuarenta.

Su hijo Bud Bercich (1937) estudió en Patagonia y en la Universidad de Arizona, donde fue premiado como All Around Cowboy. Compitió en rodeos profesionales y, tras años de trabajo en construcción, regresó al rancho familiar en 1976. Hoy, ya mayor, lo sigue administrando junto a su esposa Carrol.

 

Kate y Nicholas Bercich

 

Maude y Nick Bercich en 1920

 

Bess y George Bercich in 1925

 

Croatas en la leyenda del Lejano Oeste

Aunque el duelo del OK Corral quedó grabado en la historia y la mitología del Oeste, también hubo croatas que formaron parte de ese escenario. Algunos, como la familia Berčić, dejaron una huella profunda; otros solo aparecen en registros oficiales.
Lo curioso es que, justo cuando Tombstone entraba en la leyenda, allí también había croatas. De ese modo, nuestra historia, aunque sea en pequeños rastros, quedó inscrita en la crónica del Lejano Oeste.

 

Patagonia en Arizona

Al leer el nombre del Patagonia Regional Times, pensé en la región sudamericana que abarca partes de Chile y Argentina. Pero en el estado de Arizona existe realmente un pequeño pueblo llamado Patagonia, que según el censo de 2024 tiene apenas 796 habitantes, en su mayoría de origen latinoamericano y europeo.

Hay varias teorías sobre el origen del nombre, aunque parecen más leyendas que hechos. La más creíble dice que mineros llegados desde la Patagonia sudamericana bautizaron así el lugar, nostálgicos de su tierra.

El pueblo tiene una escuela, un pequeño teatro —donde anunciaban un concierto de Bach— y un museo donde también se mencionan los Berčić. Frente al edificio escolar hay una placa que recuerda que en 1912 se reconoció en Arizona el derecho al voto femenino, y que las primeras elecciones con participación de mujeres se realizaron allí en 1915. Las primeras votantes fueron Mary Kane y Amalia Valenzuela.

 

Patagonia Museo

 

La vida social del lugar gira en torno al patio trasero de un pequeño bar, punto de encuentro de todas las generaciones, incluso de los perros del barrio. Los fines de semana hay música en vivo; escuché a la banda Dust de Tucson, que combina honky-tonk soul con un toque moderno. El cantante, Chris Kabisch (Kabić), probablemente tenga raíces croatas, tal vez de Knin.

 

La banda Dust

 

Mis anfitriones fueron Mary Jane Pottebaum y Tom Bartholomeaux, dueños del Spirit Tree Inn B&B, una posada en una pintoresca granja. Preparan desayuno casero cada mañana después de alimentar a los animales, entre ellos un caballo de 31 años. Con orgullo muestran su establo, construido en 1830, antes de la Guerra Civil estadounidense. Por la noche, volví a ver un cielo lleno de estrellas.

 

Granero del 1830

Las advertencias sobre supuestas “hordas” de migrantes y la inseguridad fronteriza resultaron infundadas. No vi nada de eso. Cuando mencioné que volaría a Los Ángeles desde Tucson, todos me dijeron lo mismo: “Demasiada gente.” Y tenían razón. Aunque adoro California, esa pequeña Patagonia me conquistó con su sencillez, su sentido de comunidad y su ritmo de vida pausado: un lugar para observar aves y reencontrarse, aunque sea por un rato, con la paz que en las grandes ciudades ya se perdió.

 

La autora al frente del teatro en Patagoni

 

Autora: Branka Bezić Filipović