Mí historia en esta oportunidad la llamé Abanico de ilusiones, en referencia que uno siempre tiene ilusiones, deseos, uno planifica la vida y muchas veces hay que borrar y volver a empezar y no importa la edad, mis abuelos llegaron a la Argentina con 40 años, quien diría que se podía volver a empezar y con una profesión que nada que ver con la que traía de su vida.
De toda las fotos sobres, cartas, me llamó más la atención el documento que se llama «Anker» estuve investigando viendo que era y si tenía validez, resultado que era como una dote que le daba mí abuelo 1934-1954 a mí madre y con el seguro de vida, así por si le sucedía algo a mí abuela mí madre podría tener algo en la vida y resulta que mantuvo ese documento que lo tengo ahora yo y nunca tuvo validez por haber una Guerra de por medio, para que mantuvo ese documento… Y así con todos los documentos de alquiler de la casa el restaurante de los años 1942-1943 cuánto le dejaban cobrar el kilo de pan, cartas de mí abuela a su amiga del alma Ribica y de Ribica a mí abuela, fotos de mí bis abuelos con mí abuela, fotos de mis abuelos con mí madre y mi tío, fotos de mí madre en la puerta del restaurante famoso ahora después que se ha filmado una película conocida, foto de mí madre en su primera comunión y en la puerta de su colegio en Gornji Grad.
Una de las tantas historias es de mí familia materna Vočinkić – Zombori.
Iván Vočinkič padre Ana Vočinkić hija Zvonimir Vocinkic i mí abuela Ljubica Zombori.
Agradezco la oportunidad de expresarme.
En la próxima escribiré un resumen de la historia de mí padre Nikola Milušić.
Hvala
AQUÍ ESTÁ LA HISTORIA:
Cómo no escribir unas palabras…
Mi abuelo Iván nació en 1903 en Orahovica, mientras que mi abuela Ljubica vio la luz del día tres años después en Našice. Su historia de amor no fue sencilla; la familia paterna no aprobaba a mi abuela porque era una joven viuda con una hija, algo socialmente inaceptable en ese entonces. A pesar de todo, mi abuela trabajaba para mantenerse, mientras que su hija era cuidada por su madre.
Mis abuelos se conocieron en Našice. Iván paseaba por la ciudad cuando notó a Ljubica, una empleada de una tienda. El amor entre ellos floreció rápidamente, aunque la familia no aprobaba su relación. Sin embargo, el amor fue más fuerte que las barreras y decidieron formar una familia. En enero de 1934, nació mi madre mientras vivían en una casa alquilada en la calle Voćarska número 22 en Zagreb. Después se mudaron a la calle Basaričekova número 9, donde alquilaron un local que hoy es un bar conocido. Ese local era un punto de encuentro para personas importantes de la época.
Mis abuelos vivieron con muchas ilusiones y amor. Dos años después del nacimiento de mi madre, nació mi tío Zvonko. Mi abuela Ljubica preparaba comida casera, mientras que mi abuelo Iván manejaba el bar. La familia creció en felicidad y amor, pero el destino los llevó lejos. Se fueron a Campo Fermo, Bagnoli, con una maleta llena de sueños.
Siempre recordaré la frase que mis abuelos se repetían: «Bueno, llegamos a esta nueva tierra,» abrazándose y diciendo: «Estamos todos juntos, como familia, con amor y muchos sueños.»
Cuando podían, se escribían cartas. Conservo muchas de esas cartas, pero una fotografía con la inscripción «Anker» me intrigó especialmente. Investigando, descubrí que era parte de la dote que mi abuelo dejó en caso de su muerte, para que mi madre estuviera financieramente asegurada. Desafortunadamente, la guerra les arrebató esa seguridad.
El título «Abanico de ilusiones» surge del entendimiento de que la vida a menudo rompe nuestros sueños debido a circunstancias externas. Sin embargo, en esta bella historia, mi madre conoció a mi padre en Argentina, también croata. Se casaron en 1951 y luego nacieron mi hermana María en 1953 y yo, Lidia, en 1964.
Mi abuela Ljubica falleció en 1984, mi abuelo Iván en 1977, y mi madre Anica, nacida en Zagreb, nos dejó en 2019. Solo mi madre logró regresar dos veces a su amada patria, visitando Gornji Grad y Kamenita Vrata. Su fotografía aún adorna la puerta del restaurante, mientras que sus recuerdos viven en mí.
La historia de mi familia es una historia de amor, sueños y valentía para enfrentar obstáculos. Con amor recuerdo a mis antepasados y su «abanico de ilusiones» que ha dado forma a mi vida.
Lidia Isabel Milusic, Mendoza, Argentina