Del Adriático a los Andes. El camino de Gerónimo Lukšić y Pablo Ivanović.

Por: Luis Sergio Calbimonte Briançon. Santa Cruz de la Sierra, Bolivia.

 

Muchas veces cuando pensamos en quienes migran, nos imaginamos a personas que no llevan nada consigo mismos y se lanzan a lo desconocido. Al recopilar la historia de mis antepasados croatas que partieron desde el mar Adriático hacia el sur del mundo, pude aprender que no llegaron con las manos vacías sino con las manos listas para trabajar. No cargaban riqueza pero si mucha voluntad y la incertidumbre sobre el futuro que alguna vez pudieron sentir, la convirtieron en familias que echaron raíces en Bolivia y cuyos frutos hoy vuelven la mirada hasta la costa del Adriático.

Aquí repaso un poco el camino de mis dos ancestros croatas, cuyas descendientes, mi abuela paterna y mi abuela materna, me transmitieron junto a la identidad  y el sentido de pertenencia al pueblo croata.

Mucho antes de que mis padres nacieran, estos dos antepasados ya se reconocían como amigos y vecinos en las calles de Sucre, así como lo habían hecho sus familias en las calles de Sutivan.

 

Mandina Lukšić, Geronimo Lukšić e Inés Molina.

 

Gerónimo Lukšić Ivanović nació en la ciudad de Sutivan, isla de Brač, provincia de Dalmacia, Croacia en fecha 29 de agosto de 1871. (su nombre aparece también en archivos como Yerko en lengua croata y también como Jerolim). Sus padres fueron Antonio Lukšić y Magdalena Ivanović.

Al partir de Croacia y cruzar el Atlántico el grupo familiar se dividió en dos, unos se dirigieron a Estados Unidos, y el otro grupo se dirigió al sur con destino final Bolivia. Este grupo llegó por un puerto chileno, donde se quedaron entre 4 a 5 años. Durante su estadía en Chile sus actividades fueron comerciales y mineras.

En Antofagasta compró una salitrera llamada “La Centinela” en la localidad de Toco. En el documento de compra de esta salitrera su nacionalidad esta como Austriaca ya que Croacia estaba bajo soberanía de ese país.

Llegó a Bolivia el año 1900 y contrajo matrimonio el 2 de febrero de 1905 en la iglesia de Tomayapo ubicada en el departamento de Tarija, a los 33 años de edad con Inés Molina Pereira natural de Camargo, Chuquisaca.

Llegando a Bolivia, algunos se dirigieron a Cochabamba, La Paz, Sucre, Potosí y Camargo. Al establecerse en Camargo la actividad fundamental de Gerónimo Lukšić fue el comercio para la minería y las viñas que procedían de la familia de su esposa.

Como matrimonio administraron sus bienes, ampliaron su viña e iniciaron la actividad hotelera en Camargo, construyendo un hotel llamado «Hotel Camargo de Inés Molina de Lukšić”, alrededor de 1910, en un terreno comprado en la pampa del Pucará, donde hoy es la plazuela Abaroa.

Paso la mayoría de sus años en esta localidad en Cinti, Chuquisaca, valle famoso por su producción vitivinícola. Sus actividades comerciales le permitieron mantener contacto con otros migrantes croatas que vivían o visitaban Camargo, entre sus grandes amistades destaca la que tenía con Don Antonio Vidović. Finalmente falleció en esta localidad.

Tuvo una hija, María Magdalena Lukšić Molina (Mandina) nacida en fecha 01 de Julio de 1.909 en Camargo, madre de mi abuela Judith Ayo Lukšić

Esta biografía fue posible gracias a mi abuela Judith Ayo Lukšić y sus hermanos, Ramiro Ayo Lukšić y Graciela Ayo Lukšić.

 

 

Katica Ivanović, Pablo Ivanović, Maritza Ivanović, Filiberta Berrios, Dinka Ivanović.

 

Pablo Ivanović Kukoć nació en el pueblo de Sutivan en la isla de Brač de la región de Dalmacia, Croacia el 21 de julio del 1891, hijo de Roque (Roko) Ivanović y María Margarita Kukoć.

Después de algunos años y al igual de muchos ciudadanos croatas decidió viajar a Sud América en busca de mejores oportunidades. Para el tiempo en que llegó a América, Croacia formaba parte del imperio Austro-Húngaro.

Llegó a Valparaíso, Chile y se quedó un tiempo en Santiago en el hotel de sus tíos Dinka y Tomás Ivanović. Viajo a Bolivia, llegando al país el año 1907, radicando unos años en Potosí y luego en La Paz donde conoció al ingeniero Willis que trabajaba en una compañía ferroviaria inglesa que le encomendó la construcción de almacenes y casas para sus empleados, que trabajaban extendiendo la vía férrea Antofagasta-Bolivia.

Salió de Uyuni el 18 de noviembre de 1912 y lo hizo a lomo de bestia llevando en carretas carpas y materiales para la construcción encomendada. La comisión presidida por Pablo Ivanović llegó a una antigua finca llamada Tambo Pérez y el 23 de noviembre de 1912 inició las construcciones para el personal del ferrocarril, lugar que se denominó Atocha “Nueva” o Punta Rieles después del 22 de noviembre del 1912.

Atocha Nueva hace referencia a que cerca de esta zona y en tiempos de la colonia se había fundado una población hoy denominada Atocha “vieja” que fue completamente abandonada. En Atocha se encontraban establecimientos y oficinas de la compañía Aramayo Mines, entre otras mineras. Hasta la actualidad prevaleció el nombre de Atocha, siendo todavía una importante estación de la red ferroviaria occidental y punto turístico de referencia.

Es considerado en esa localidad como su fundador, estando su trabajo también reconocido en la edición del lunes 7 de abril de 1952 del periódico La Razón y en distintas publicaciones sobre la historia de Atocha.

 

 

Don Pablo Ivanović jugó un papel importante para la construcción del ferrocarril para Bolivia, ya que, al haber perdido el acceso al mar, las vías ferroviarias se convirtieron de vital importancia para el transporte de minerales hasta el puerto de Antofagasta para su exportación, especialmente el estaño, favoreciendo a la economía boliviana.

Después trabajo como agente de una casa comercial inglesa que importaba materiales importantes para el desarrollo de la ciudad de Sucre. En esa época contrajo matrimonio con la señorita Filiberta Berrios y Ayala en la iglesia Catedral de Potosí el 27 de octubre de 1934.

Siendo conocedor de los minerales, se dedicó a la minería trabajando en sus minas “Oropeza”, “La Perdida”, “Huáscar” y “Rebeca” en Potosí.

Pablo y Filiberta decidieron vivir finalmente en la ciudad de Sucre donde con sus hijas Maritza, Dinka y Katica. Muchas veces sus hijas quedaban al cuidado de las hermanas de su señora esposa ya que ellos volvían frecuentemente al trabajo en sus minas en Potosí.

En Sucre presidió la comunidad de la diáspora, organizando eventos en la que se realizaban comidas tradicionales de Croacia y particularmente de la región de Dalmacia. Para dichos eventos su esposa, Filiberta Berrios, lo ayudaba en la organización y en la confección de la bandera patria para la comunidad.

Debido al duro trabajo en las minas Pablo enfermó y tuvo que ser operado dos veces en Santiago de Chile. Por este motivo decidieron vender sus minas a la entonces famosa empresa minera EMUSA.

A Bolivia llegaron también tres de sus hermanos Petar, Antum y Yerko como consta en el libro “Iseljenici Otoka Brača” y también en el registro de extranjeros de la policía de Antofagasta. En dicho registro también se registran a sus hermanas que se quedaron en Dalmacia; Irta, Dinka, Katica y Ecija.

Con sus hermanos que vinieron a Bolivia tuvo contacto personal y aunque ellos vivían en Challapata y Cochabamba, se organizaban para visitarse así que mi abuela y tías mantienen lindos recuerdos de ellos.

El 17 de agosto de 1970 Pablo Ivanović Kukoć falleció en la ciudad de Sucre a los 79 años.

Esta biografía fue posible gracias a mi abuela Dinka Ivanović y sus hermanas Maritza Ivanović y Katica Ivanović.

 

Pablo Ivanović Kukoć con su esposa y nietos

 

Judith Ayo Lukšić, Luis Sergio Calbimonte Briançon y Dinka Ivanović Berrios

 

El legado que mi bisabuelo Pavao y mi tatarabuelo Yerko dejaron, y fueron transmitidos en cada generación, es el amor a la familia, el valor de la sinceridad, la importancia de la solidaridad, la valentía de empezar de nuevo, la fe y la herencia de la identidad croata. Es esa herencia la que hoy me hace sentir que en el mundo hay un lugar que también puedo llamar hogar, cuya historia tengo el deber de conocer, así como guardar respeto y agradecimiento por toda la gente que se sacrificó por la construcción de Croacia.

Para finalizar, me vuelve a la memoria un relato que escuché, sobre  madres de migrantes que con el tiempo vestían de negro en señal de luto ya que muchos migrantes no pudieron ponerse en contacto con su casa o tal vez no llegaron a buen destino y cuyos padres no volvían a escuchar de ellos. Difícil de pensar en un mundo como el de hoy, pero una dolorosa realidad hace más de 100 años que nos da dimensión del gran sacrificio de todos nuestros antepasados.

A Croacia, gracias por tus hijos y a mi familia gracias por preservar esta memoria que acá se cuenta brevemente.

Krv nije voda.

 

 

Santa Cruz de la Sierra, 2025.

calbimontebriancon@gmail.com